El 12 de febrero de 2023, el asteroide 2023 CX1, de menos de un metro de diámetro, fue detectado apenas siete horas antes de impactar la atmósfera terrestre. Este evento marcó la primera observación detallada de un asteroide desde el espacio hasta su desintegración en la Tierra, proporcionando datos valiosos para la defensa planetaria.
Rastreando la Trayectoria de un Asteroide
2023 CX1 es solo el séptimo asteroide detectado antes de su impacto en la Tierra. Gracias a estrategias de observación innovadoras, la ESA y la NASA pudieron calcular con precisión sin precedentes el lugar y el momento de su caída. La diferencia entre la trayectoria predicha y la observada fue de apenas 20 metros, estableciendo un nuevo récord de precisión en el cálculo de órbitas de asteroides.
Este nivel de exactitud es crucial para entender el origen y la composición de los asteroides. Al conocer su procedencia, los científicos pueden comprender mejor su historia evolutiva y los procesos que han influido en su desarrollo a lo largo del tiempo.
El seguimiento de 2023 CX1 también permitió analizar las condiciones de su fragmentación al entrar en la atmósfera. Esta información es vital para la protección planetaria, ya que sirve como referencia para comprender el comportamiento de los asteroides y prever las consecuencias de posibles explosiones.
Desintegración Espectacular a 28 km de Altitud
2023 CX1 se desintegró a una altitud de aproximadamente 28 kilómetros, generando una onda de choque concentrada. Aunque no causó daños, simulaciones indican que este tipo de fragmentación podría ser más peligrosa que una desintegración progresiva, como la observada en el incidente de Chelyabinsk en 2013.
La diferencia clave entre 2023 CX1 y Chelyabinsk radica en su masa. Si 2023 CX1 hubiera sido mucho más masivo y hubiera explotado sobre una zona urbana, los daños podrían haber sido considerables. Esto subraya la importancia de estimar con precisión el punto de impacto de los asteroides, un desafío complejo debido a factores como los vientos en altitud, la forma del objeto, su masa, velocidad y la altitud de explosión.
Análisis preliminares indican que la meteorita derivada de este asteroide es una condrita ordinaria de tipo L, la primera de su clase en ser estudiada tanto desde el espacio como en laboratorio. Se cree que se formó en el cinturón principal interno entre Marte y Júpiter, resultado de la fragmentación de un asteroide mayor hace unos 30 millones de años.
Esta condrita mostró un comportamiento atípico, y su explosión catastrófica podría estar relacionada con la historia de Massalia. Fallas estructurales podrían explicar por qué el objeto se destruyó de forma tan abrupta, debido al impacto con la atmósfera y no por su energía interna.









