Un nuevo método que ayuda a identificar a los mamíferos «escurridizos» se basa en la grabación de los sonidos que emiten.

Los biólogos que tratan de contar los manatíes de las Antillas (vacas marinas) en peligro en la zona de Costa Rica y Panamá se han enfrentado al verdadero problema: los animales viven en aguas fangosas, lo que los hace casi invisibles.

«Navegué en un barco río arriba y abajo [a lo largo de Panamá] en el río San San diariamente durante dos años y lo único que logré encontrar fue mi nariz», dice Rivera-Chavarria Mario, biólogo y programador. «Podía oírlos, pero nunca los vi».

En 2013, Rivera Chavarría, que entonces trabajaba en la Universidad de Costa Rica (UCR), y sus colegas del Instituto de Investigaciones Tropicales del Smithsonian iniciaron una búsqueda de manatíes en los humedales costeros de Panamá del Río San San, una zona fronteriza con Costa Rica que incluye el Río San San.

Utilizando una embarcación equipada con un sonar de sonido de barrido a bordo que recreaba imágenes reflejando las ondas de sonido de los animales sumergidos y los objetos ambientales, el equipo pudo estimar la población de manatíes en la sección de 18 kilómetros del río San San: se encontraron muy pocos animales en ciertos meses y eran tan raros que parecía que eran sólo dos individuos, mientras que en otros meses se observaron más individuos – 33.

Según Rivera Chavarria, el sonar actuó como un instrumento estresante para estos animales y quería probar que el censo de población podía realizarse con un instrumento menos agresivo.

Los sonidos producidos por los manatíes tienen características específicas que permiten al oído entrenado – o a la computadora – distinguir un individuo de otro.

Rivera Chavarria grabó canciones de animales usando micrófonos subacuáticos suspendidos de una canoa mientras bajaba lentamente por el río San San.

Su colega Jorge Castro, un científico programador que trabaja actualmente en el Centro Nacional de Alta Tecnología de Costa Rica, ha creado un algoritmo para el recuento automático de manatíes basado en el registro de datos. Castro probó que usando 54 muestras de gritos de tiro pertenecientes a cuatro manatíes diferentes, su algoritmo fue 100% exacto.

El algoritmo divide el proceso en cuatro pasos principales: divide la grabación de los gritos en segmentos cortos, reduce el ruido, marca los gritos de los manatíes y agrupa los gritos de cada manatí individual.

La etapa de neutralización de ruido es la que más tiempo de procesamiento lleva; Castro y su colega Esteban Meneses usaron una supercomputadora para acelerar el proceso. Tradujeron el algoritmo a un lenguaje de programación que les permitió realizar tareas en paralelo, acelerando el procesamiento por un factor de 120, como informó el pasado mes de julio el equipo del IEEE-IEE (Instituto de Investigación en Electrónica e Ingeniería Eléctrica) en una conferencia internacional sobre documentos de inteligencia en biotecnología.

En el futuro, Castro y su equipo planean adaptar el algoritmo para identificar los gritos del zorzal colorado, el ave nacional de Costa Rica. Roberto Vargas-Masis, experto en bioacústica de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Costa Rica, que no participó en un estudio sobre los manatíes pero quiso participar en un estudio sobre las aves, dice: «Esta tecnología nos permitirá recopilar y analizar una gran cantidad de datos y determinar muy rápidamente si una especie de este mirlo está presente en ciertas zonas del país».