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Un hueso ancestral reescribe la historia de los aborígenes australianos y la megafauna.

¿Alguna vez te has preguntado si nuestros antepasados fueron los responsables de la extinción de animales gigantes? Un nuevo estudio en Australia replantea esa idea, sugiriendo que los primeros habitantes quizás eran más coleccionistas de fósiles que cazadores implacables. Esto podría cambiar la forma en que vemos la relación entre los humanos y la naturaleza.

El Misterio de la Megafauna Australiana

Hace unos 65,000 años, cuando los primeros humanos llegaron a Australia, la región era hogar de una increíble variedad de animales gigantes, la llamada **megafauna**. Imagina canguros enormes, aves no voladoras gigantes y lagartos de hasta cinco metros de largo. ¿Qué pasó con estas criaturas?

¿Cazadores Ancestrales?

Durante décadas, se ha debatido si los primeros australianos contribuyeron a la extinción de esta megafauna. Una pieza clave de este debate es un fósil de tibia de un canguro gigante de cara corta encontrado en una cueva. Inicialmente, una marca en el hueso se interpretó como evidencia de carnicería. Sin embargo, un nuevo análisis sugiere una interpretación diferente.

Un «Arma Humeante» Reexaminada

El Dr. Michael Archer, paleontólogo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, quien inicialmente identificó la marca como evidencia de caza, ha reevaluado su conclusión. El nuevo estudio, publicado en *Royal Society Open Science*, utiliza imágenes 3D y análisis microscópicos para analizar la muesca en la tibia. Los resultados indican que la marca probablemente se hizo después de la muerte del animal, posiblemente cuando alguien intentaba extraer el fósil de la cueva. Esto contradice la idea de que fue causada por la carnicería.

La tibia de un canguro gigante extinto encontrada en la Cueva Mammoth, Australia, muestra marcas (la muesca en el centro) que algunos científicos ahora argumentan que son indicativas de la recolección de fósiles, no de la carnicería animal. Crédito: Anna Gillespie

Coleccionistas y Comerciantes de Fósiles

El estudio no solo cuestiona la evidencia de la caza de megafauna, sino que también sugiere que los primeros australianos recolectaban e intercambiaban fósiles. Esto nos da una imagen muy diferente de su relación con el mundo natural.

Evidencia de Interés en Fósiles

Además de la tibia, los investigadores examinaron un diente de un antiguo marsupial parecido a un wombat, llamado diprotodóntido, que formaba parte de un amuleto utilizado por los Primeros Pueblos para mejorar la disponibilidad de alimentos. El análisis de rayos X reveló que este diente coincidía con otros encontrados en la misma región, lo que sugiere que fue recolectado y transportado. Este hallazgo refuerza la idea de que los primeros australianos tenían un interés en los fósiles.

Amuleto con un diente de diprotodóntido.
Este amuleto, regalado por los Primeros Pueblos a uno de los coautores del estudio, presenta el premolar de un diprotodóntido extinto montado en resina adherido a una cuerda hecha de cabello. Crédito: Western Australian Museum

Un Cambio de Narrativa

Este estudio plantea la necesidad de reconsiderar la imagen que tenemos de los primeros habitantes de Australia. En lugar de «carniceros bárbaros», podrían haber sido sociedades complejas con creencias y tradiciones sofisticadas, interesadas en la historia de su tierra. Como dice James McCallum, paleontólogo de las Primeras Naciones, «el valor dado al arte simbólico, el comercio y la cooperación son un testimonio de estas redes, como lo demuestran numerosos fósiles».

Implicaciones Más Amplias

La investigación en Australia tiene implicaciones que van más allá de la paleontología. Nos invita a cuestionar nuestras suposiciones sobre cómo los humanos interactúan con el medio ambiente y a considerar la posibilidad de que las culturas antiguas tuvieran una comprensión mucho más profunda de la naturaleza de lo que a menudo les damos crédito.

Un Llamado al Respeto

El Dr. Archer espera que esta revisión contribuya a un renovado respeto por la forma en que las poblaciones indígenas de todo el mundo interactuaron con los animales que encontraron. «Tenemos que dejar de asumir que [ellos] hicieron estas cosas terribles de destruir a estos animales tan valiosos en todos esos continentes», dice. «Primero debemos sospechar que no fueron el motor [de la extinción]». Este cambio de perspectiva podría influir en nuestra forma de abordar los problemas ambientales actuales y fomentar un enfoque más sostenible y respetuoso con la naturaleza.