Se espera que el agujero de la capa de ozono en el Ártico se cierre a mediados de abril de 2020.
El agujero de la capa de ozono en el Ártico debería cerrarse a mediados de abril. Las noticias proceden de los satélites europeos, en particular el Sentinel-5P, del programa Copérnico gestionado por la Comisión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA), que vigila diariamente los niveles de ozono en el Ártico.
Las imágenes de Sentinel-5P, basadas en la herramienta Tropomy y examinadas por los científicos del Centro Aeroespacial Alemán (Drl), nos han permitido observar la progresión en el Ártico desde el 9 de marzo hasta el 1 de abril de 2020 de esta brecha en la capa de ozono que nos protege de los rayos ultravioleta y crear una animación que muestra su extensión, ahora tres veces el tamaño de Groenlandia.
La estimación publicada por Diego Loyola, de la agencia espacial alemana Dlr, nos dice que el agujero de ozono que batió récords y que se abrió en el Ártico en marzo de 2020 debería cerrarse a mediados de abril.
«En el pasado se han observado ocasionalmente mini agujeros de ozono sobre el Polo Norte, pero – explica Diego Loyola – el agotamiento sobre el Ártico este año es mucho mayor que en años anteriores. El agujero de la capa de ozono tiene una extensión máxima de menos de un millón de kilómetros cuadrados: es poco comparado con el agujero de la capa de ozono sobre la Antártida, que puede extenderse hasta 20-25 millones de kilómetros cuadrados por una duración de 3 o 4 meses». En cuanto al agujero del Ártico, los expertos estiman que «podría cerrarse a mediados de abril de 2020».
El ozono es una molécula formada por tres átomos de oxígeno que protege a la Tierra de los rayos ultravioletas del Sol, que pueden causar cáncer de piel, problemas de cataratas e incluso dañar las plantas.
La capa de ozono se extiende hasta la estratosfera, unos 10 a 50 kilómetros. Para protegerla, en 1987 se firmó el Protocolo de Montreal para reducir progresivamente el uso de los gases que agotan la capa de ozono, los llamados clorofluorocarbonos (CFC). Pasarán décadas antes de que estos gases desaparezcan completamente de la atmósfera, pero gracias al Protocolo de Montreal, el agujero de la capa de ozono en la Antártida, que se forma cada año en otoño, está en su punto más bajo.