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Microplásticos: toxoplasmosis y otras enfermedades

Microplásticos

Algunos patógenos utilizan los microplásticos como balsas, para propagarse incluso en el océano e infectar a los peces que luego encontramos en nuestros platos.

Los microplásticos son un riesgo para la salud de los animales y los humanos: un estudio publicado en Scientific Reports descubrió que estos fragmentos de plástico (de menos de 5 mm de tamaño) transportan patógenos de la tierra al mar, lo que les permite infectar a la fauna marina y, en una especie de boomerang punitivo, incluso a los humanos que habían dispersado el plástico en el medio ambiente. «Muchas personas ignoran el problema de la contaminación plástica, pensando ‘no soy una tortuga marina, no me asfixiaré en la basura'», comenta Karen Shapiro, una de las autoras, señalando cómo esta actitud podría cambiar a la luz de los nuevos hallazgos.

Toxoplasmosis y enfermedades gastrointestinales.

Los investigadores estudiaron tres patógenos, Toxoplasma gondii, Cryptosporidium y Giardia, que pueden infectar tanto a humanos como a animales. Gracias a los microplásticos, los patógenos se propagan por los océanos y llegan a lugares que de otro modo serían inalcanzables. El toxoplasma gondii es un parásito que se encuentra en las heces de los gatos: pero la toxoplasmosis, que puede infectar a los humanos y es especialmente peligrosa para las mujeres embarazadas, también afecta a muchas especies marinas. Los patógenos Cryptosporidium y Giardia, por otro lado, causan enfermedades gastrointestinales que pueden ser fatales en niños pequeños y en inmunodeprimidos.

Microesferas y microfibras.

Los investigadores probaron específicamente la capacidad de adhesión de los patógenos a dos tipos de microplásticos: microesferas de polietileno (utilizadas en productos cosméticos como exfoliantes y exfoliantes) y microfibras de poliéster (de ropa y redes de pesca). Las pruebas de laboratorio han demostrado que los parásitos se adhieren mejor a las microfibras que a las microesferas, aunque ambos tipos de microplásticos son capaces de transportarlos.

Durante un periodo de 7 días, tomamos junto con agua y comida el equivalente en fragmentos de plástico del peso de una tarjeta de crédito: 250 gramos al año, que pasan por el organismo con efectos sobre la salud poco conocidos (para saber más).

En la superficie o en la profundidad.

Los microplásticos transportan patógenos a todos los rincones del océano, dependiendo de si se hunden o permanecen en la superficie: los fragmentos flotantes viajan largas distancias, transportando patógenos lejos de su tierra de origen; los que se hunden, en cambio, se concentran en los fondos marinos donde habitan zooplancton y moluscos, que corren el riesgo de convertirse en incautos portadores de patógenos.

“Es fundamental evitar que los microplásticos lleguen a nuestros océanos”, dice Chelsea Rochman, una de las autoras, que destaca la importancia de implementar estrategias de mitigación como una mejor gestión de los residuos de las industrias del plástico y las obras de construcción, el uso de filtros para lavadoras y secaderos, y la construcción de balsas para la recogida y filtrado de aguas pluviales.