En 1997, un equipo de científicos logró algo asombroso: levitar una rana. Este experimento, que parecía sacado de la ciencia ficción, les valió un premio inusual y abrió nuevas vías en la investigación. ¿Cómo lograron desafiar la gravedad con una simple rana?
El Diamagnetismo y la Levitation
Todos los objetos, tanto animados como inanimados, poseen una forma de magnetismo. Mientras que algunos materiales como el hierro o el cobalto son altamente magnéticos, otros lo son mucho menos.
Este fenómeno se conoce como diamagnetismo y se basa en la mecánica cuántica. Los electrones que orbitan los átomos generan diminutos campos magnéticos que pueden repeler un campo opuesto si este es lo suficientemente intenso.
Cuando la Física Cuántica Hace Levitar Anfibios
En 1997, el físico Andre Geim y su equipo pusieron a prueba este principio. Utilizando uno de los electroimanes más potentes del mundo, colocaron una rana, junto con otros pequeños organismos como grillos y plantas, en el centro del dispositivo.
Para sorpresa de todos, el anfibio comenzó a flotar en el aire, completamente inmóvil, como si estuviera suspendido mágicamente.
Un Premio Ig Nobel y un Experimento de Culto
La imagen de la «rana flotante» se hizo famosa mundialmente. En el año 2000, André Geim y sus colaboradores recibieron el premio Ig Nobel de física, un galardón humorístico otorgado a investigaciones científicas «que primero hacen reír, luego hacen pensar«. El experimento generó tal interés que los investigadores recibieron propuestas inesperadas, ¡incluso una de un líder religioso británico dispuesto a pagar una gran suma por levitar frente a su congregación!
Más allá de la curiosidad, este experimento no causó efectos secundarios en los animales. Además, abrió el camino a aplicaciones científicas concretas. La levitación diamagnética permite estudiar los efectos de la microgravedad sin salir de la Tierra, lo que representa una alternativa más económica que enviar organismos vivos al espacio.
¿Y levitar a un ser humano? En teoría, no hay nada que lo impida. En la práctica, se requeriría un campo magnético de una potencia enorme y un dispositivo minúsculo. Pero quién sabe, quizás en el futuro la física nos permita flotar también.









