La exposición a la contaminación atmosférica durante el embarazo está relacionada con los defectos de crecimiento del feto

La exposición a los contaminantes atmosféricos durante el embarazo puede estar relacionada con efectos no beneficiosos para la salud del feto, según un nuevo estudio publicado en Environment International. Estos efectos adversos incluyen, según los investigadores, menor peso al nacer y problemas respiratorios relacionados con el desarrollo neuronal.

Este no es el primer estudio que relaciona la contaminación del aire que sufren las mujeres embarazadas con los problemas que afectan al feto. Este último, llevado a cabo por un equipo de investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), analizó los datos de 1700 parejas madre-hijo que vivían en varias zonas de España.

En particular, los investigadores se centraron en la exposición durante el primer trimestre de embarazo al dióxido de nitrógeno y a las partículas finas (las llamadas PM 2,5). Estos son algunos de los contaminantes atmosféricos más comunes relacionados con el tráfico de la ciudad.

Los investigadores analizaron el índice de masa corporal de los niños al nacer y luego a la edad de cuatro años, así como otras características físicas, como la altura y el peso.

Los resultados mostraron que la exposición a las partículas finas durante los tres primeros meses de embarazo puede estar relacionada con un mayor riesgo de un menor peso al nacer y un menor índice de masa corporal a los cuatro años. Los resultados para el dióxido de nitrógeno fueron casi los mismos pero no alcanzaron un umbral estadístico adecuado.

«Este estudio prospectivo sugiere que la exposición a la contaminación atmosférica durante el embarazo puede estar asociada con retrasos en el crecimiento físico en los primeros años de vida», informa con bastante claridad Serena Fossati, la principal autora del estudio.

En lo que respecta a los mecanismos biológicos que subyacen a este vínculo, según la investigadora y sus colegas, el estrés oxidativo y la inflamación, así como la interferencia con las hormonas tiroideas, la inducción de la muerte celular causada por el daño del ADN y el aumento del riesgo de enfermedades respiratorias son los más responsables.