Impacto económico y ambiental en Colombia tras el COVID-19

El 17 de marzo de 2020, el presidente colombiano Iván Duque declaró el estado de emergencia en Colombia para hacer frente a la pandemia del Coronavirus. Fronteras cerradas, confinamiento obligatorio, calles y tiendas vacías, … Como en muchos otros países del mundo, Colombia contiene la respiración y vive en suspenso. Una situación económica que pone a muchos habitantes en una situación muy precaria, en particular debido al cese forzoso del turismo, ya sea interno o internacional.

La crisis sanitaria a la que se enfrenta el mundo y las consiguientes medidas de contención están dejando al sector turístico en un estado de total incertidumbre, en estado de alerta.

Las proyecciones para Colombia son sombrías: una contracción económica que no se ha visto en al menos un siglo, el desempleo aumentando hasta en un 20% y las tasas de pobreza superando el 30%, revirtiendo décadas de progreso económico y social.

El escenario para Colombia – y América Latina en general – es probablemente el más desafiante que nuestra generación haya jamás enfrentado, todo esto aumentado significativamente por la aparición en escena de la pandemia del Covid-19.

La expansión de COVID-19 ha afectado negativamente a las vidas y los medios de vida. Pero lo ha hecho de manera desigual, perjudicando sobre todo a los pobres y a los que tienen más probabilidades de regresar a la pobreza.

Esto es especialmente cierto en el caso de América Latina y sus altas tasas de informalidad. Una gran proporción de la población vive con poca o nula protección laboral, obteniendo sus ingresos en actividades informales que se ven gravemente afectadas por la cuarentena obligatoria, el cierre de negocios y los ingresos disminuidos.

Colombia se movió rápidamente en los aspectos económicos y de salud pública . El 25 de marzo pasado se impuso un bloqueo nacional, pocos días después de que el gobierno declarara el estado de emergencia y creara un fondo de emergencia equivalente al 2,8% del producto interno bruto del país. El fondo tiene por objeto financiar los gastos de salud y otros gastos relacionados con la emergencia, proporcionar hasta el 90% de las garantías del gobierno a los créditos para las PYMES y aumentar las transferencias a las familias pobres y los hogares vulnerables.

Pero la sociedad civil también se ha movido para ayudar al prójimo: algunos bancos privados han pospuesto los pagos de sus créditos por un par de meses, y han suavizado los requisitos para que las personas puedan obtener préstamos rápidos, como así, muchas otras empresas que brindaban servicios a terceros han flexibilizado sus tramites o requisitos de alguna forma para ayudar a la ciudadanía, como es el caso de Credy, que ofrece préstamos de dinero rápidos.

De todo esto, podemos entender que la velocidad de recuperación del país dependerá en gran medida de la profundidad y la eficacia de las medidas anti-cíclicas que se adopten, por lo que hoy en día las consideraciones fiscales deben pasar a un segundo plano.

Pero no todo es malo…

La pandemia del Coronavirus no solo ha afectado la vida de las personas, si no también el medio ambiente, pero no de manera negativa, si no positiva. La crisis ha permitido que la calidad del aire mejore en lugares como Bogotá, y ha fomentado la aparición de animales en lugares habituados por humanos, provocando así una recuperación de los sistemas ecológicos de forma generalizada.

También ha inculcado el sentimiento de que no somos completamente ajenos a los sistemas que nos rodean y que somos altamente vulnerables , y que muchas enfermedades están directamente relacionadas con la actitud que tenemos para con estos sistemas.

Pero aun se necesitan reformas mas contundentes

La crisis ha puesto en primer plano muchos problemas estructurales de larga data en la región. Los grandes sectores informales perjudican la productividad y dificultan que los gobiernos orienten adecuadamente los préstamos y subsidios en los malos tiempos, y recauden impuestos en los buenos. La escasa recaudación de impuestos implica una débil capacidad del Estado para proporcionar bienes públicos de calidad y transferencias sociales a los más necesitados. Esta capacidad sólo se debilitará debido a la caída de los ingresos fiscales a medida que se contraiga la actividad económica.

Pero la crisis abrirá una ventana de oportunidad, en la que un consenso político difícil de encontrar permitirá la aplicación de reformas que de otro modo serían difíciles e impopulares.

Una de estas reformas debería estar dirigida directamente a reducir las altas tasas de informalidad de la región, que rondan en promedio el 50% del total de la fuerza laboral. Experiencias recientes exitosas muestran que la reducción de los costos de la mano de obra formal no salarial es clave. Colombia pudo reducir su tasa de informalidad de forma permanente en unos 3 puntos porcentuales mediante una reforma del mercado laboral en el 2012 que redujo el costo de contratar a alguien formalmente.

El precio relativo de los empleos formales frente a los informales importa, por lo que un mayor progreso en este frente es fundamental para América Latina.