Cómo ha afectado el confinamiento al sobrepeso

Comer alimentos poco saludables y la falta de actividad física son dos factores que ha causado el confinamiento originado por la pandemia. El sobrepeso se ha evidenciado en un buen número de personas, pero la situación empeora si consideramos que la obesidad constituye un factor de riesgo del covid-19.

Este problema está presente tanto todo el mundo. El confinamiento ha incrementado el riesgo de padecer diabetes. Un estudio publicado en la revista Nutrients ha analizado los riesgos para la salud que conlleva la reducción drástica del ejercicio físico tras el periodo de confinamiento, así como las modificaciones de la dieta en el cuerpo.

Los resultados mostraron que el confinamiento ha agravado el riesgo de padecer diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Diversos especialistas han precisado que un peso saludable es garantía de tener menos complicaciones en caso de contraer una enfermedad infecciosa.

Entre otras cosas, han resaltado que la obesidad constituye un factor de riesgo para las enfermedades del tracto respiratorio y, además, para el coronavirus. Las personas que padecen obesidad tienen más necesidad de ventilación mecánica o probabilidad de pasar por una UCI, lo cual agrava el riesgo de muerte.

Al respecto, especialistas en nutrición han señalado que volver a tener un estilo de vida activo es fundamental para regresar al peso ideal. A ello debe sumarse una pequeña restricción calórica (unas 400 calorías), para que, finalmente, en un mes y medio se pierda ese peso obtenido durante el confinamiento.

Crema de cacahuate

Alimentación responsable

La actividad física y la alimentación van de la mano. Mantener una dieta rigurosa por más de 30 días beneficiará nuestra salud y los resultados serán satisfactorios. Podemos empezar por sustituir algunos alimentos por otros más saludables. Por ejemplo, cambiar el arroz blanco por el integral. Este último es más rico en nutrientes y su digestión es más lenta, lo cual aumenta la sensación de saciedad y evita la ingestión de calorías innecesarias.

También podemos reemplazar la mantequilla por la crema de cacahuate, la cual es mucho más beneficiosa en todo aspecto. La crema de cacahuate reduce el riesgo de obesidad y tiene altos niveles de proteína, lo cual se contrapone a productos como la mantequilla que tienen un alto contenido en grasas.

Otros alimentos con baja densidad calórica son el brócoli, los espárragos, la clara de huevo, los guisantes las lentejas y legumbres en general. De igual forma, podemos escoger los lácteos con poca grasa en lugar de los tradicionales que, pese a que aportan vitaminas, tienen elevado porcentaje de grasa.

Los alimentos con baja densidad energética coinciden en tres factores: tienen mucha agua y fibra y cantidades muy bajas de grasas. El concepto de baja densidad calórica está asociado a los alimentos con gran poder saciante y baja densidad calórica. En este grupo también hay frutas como las manzanas, el melón y la sandía, así como verduras como la lechuga o el aguacate.