¿Cómo se forma y para qué sirve el polvo?

El polvo de la ciudad se produce por hidrocarburos (es decir, derivados del petróleo como el petróleo, la gasolina, el gasóleo) no perfectamente quemados, o por la erosión y la corrosión del hormigón y el asfalto, los paneles de aislamiento, los ladrillos…

En la naturaleza, en cambio, el polvo está compuesto por restos vegetales (hojas secas, polen y esporas), residuos de incendios, arenas del desierto, minerales de roca. En el polvo de la casa, el polvo que viene del exterior se combina con el producido por las fibras textiles, el pelo, la caspa…

Lluvia de polvo.

Sin embargo, el polvo no siempre es dañino o molesto: si el aire estuviera completamente despejado, por ejemplo, las precipitaciones serían mucho más escasas porque los granos de polvo actúan como centro de condensación (lo mismo ocurre con los copos de nieve y el granizo).

Los colores del amanecer y el atardecer también se deben al polvo: las partículas dispersas en la atmósfera superior desvían los rayos del sol en diferentes ángulos, produciendo así los matices de color.