El iceberg gigante A-68 liberó 152.000 millones de toneladas de agua dulce en el océano.
Uno de los mayores icebergs jamás registrados se desprendió de la Antártida en 2017. Tres años y medio después, se dirige peligrosamente hacia Georgia del Sur. ¿Qué amenaza supone este colosal iceberg para los ecosistemas y el fondo marino de la isla?
Los icebergs son bloques de hielo de agua dulce que se desprenden de la parte delantera de un glaciar y se desplazan hacia el mar, derritiéndose durante el viaje. En julio de 2017, uno de los mayores icebergs de los que se tiene constancia, bautizado como A-68, se desprendió de un frente antártico y comenzó a adentrarse en las aguas del océano Antártico. En el momento de su creación, el enorme iceberg A-68 cubría una superficie de 5.800 km2, con una longitud de 175 km y una anchura de 50 km. Su quilla se sumergía a unos 150-180 m por debajo del mar. Poco después de desprenderse de la Antártida, el iceberg A-68 perdió un trozo y fue rebautizado como A-68A, y el trozo desprendido se denominó A-68B. En abril de 2020, el A-68A perdió otra pieza, posteriormente denominada A-68C.
El iceberg A-68A permaneció durante sus dos primeros años frente a la Antártida en las frías aguas del Mar de Weddell, derivando lentamente hacia el norte. Más tarde, el A-68A fue atrapado por una fuerte corriente oceánica que lo impulsó hacia el Océano Atlántico en dirección al Pasaje de Drake. Al alejarse de las frías aguas de la Antártida, el iceberg se acercó a aguas más cálidas y comenzó a derretirse. A medida que el iceberg A-68A se desplaza hacia el norte, el ritmo de fusión aumenta, lo que provoca un adelgazamiento total de 67 metros de su espesor total de 235 metros.
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Después de tres años y medio, el iceberg A-68A se ha dirigido ominosamente hacia Georgia del Sur, una isla del Reino Unido situada en el sur del Océano Atlántico. La posibilidad de que el iceberg encalle en las aguas poco profundas de Georgia del Sur ha causado gran alarma entre los científicos. Los científicos temen que se dañen los fondos marinos y los ecosistemas que hay en ellos. El iceberg también habría impedido a la fauna insular, como los elefantes marinos, salir al mar para alimentarse, y podría haber bloqueado las corrientes oceánicas profundas y las rutas de alimentación de los depredadores.
Técnicas para seguir el viaje de A-68A
Para seguir la evolución de la superficie y la altura del hielo del iceberg A-68A, se ha cartografiado su recorrido mediante observaciones de cinco misiones satelitales diferentes. Para seguir la evolución de su superficie se utilizaron los datos de tres de estas misiones: la misión de radar Sentinel-1, que proporciona imágenes para todo tipo de clima con una alta resolución espacial, y las imágenes ópticas Modis y Sentinel-3, que tienen una alta resolución temporal pero no pueden utilizarse durante los días nublados y la noche polar.
Los datos de otras dos misiones se han utilizado para medir los cambios en la altura del hielo sobre la superficie del mar: la misión CryoSat de la ESA y la misión estadounidense ICESat-2. Sus datos se han utilizado para calcular el grosor del iceberg.
A-68A: ¿impacto positivo o negativo?
Todos estos datos combinados mostraron que el A-68A disminuyó su grosor durante su viaje a Georgia del Sur, evitando que su quilla se atascara en el lecho marino. Sin embargo, los datos también permitieron calcular la cantidad de agua dulce liberada a medida que el iceberg se derretía. Se calcula que esta agua dulce liberada en las aguas saladas de los océanos cercanos a la isla es de 152.000 millones de toneladas. Esta cantidad de agua dulce añadida es significativa y podría alterar el hábitat marino alrededor de la isla de varias maneras. La liberación de agua dulce de los icebergs va acompañada de una liberación de nutrientes que favorece la producción biológica, pero también influye en la circulación oceánica. Las aguas de Georgia del Sur siguen en observación para ver si esta liberación de agua dulce tendrá consecuencias positivas o negativas.